Desempolva tus viejos sueños

Trabajar para mi parroquia, produce en mi espíritu una dicha especial. Y, en este tiempo tan difícil, esa dicha es aún más motivadora. A mi parroquia le debo en gran medida haber encontrado esta vocación por las artesanías que, si bien estuvo siempre en mí, nunca me había atrevido a desarrollarla como una profesión. 
Yo, siempre tan rebelde a dejarme encasillar por los "criterios lógicos", siempre en busca de ir detrás de mis sueños por inalcanzables que fuesen, enredada en esas eternas discusiones con mamá que intentaba ponerme los pies sobre la tierra y aceptar que eramos pobres, que estábamos solas, que no siempre se puede hacer lo que nos gusta y vivir de ello, que había que ser realista, bla, bla, bla, sin darme cuenta, había renunciado a toda mi vida, convirtiéndome en una sombra que deambulaba sin rumbo. Francamente, no recuerdo el momento exacto en que ocurrió; creó que fue ese primer Día de la Madre, sin ella, cuando, al bajar del colectivo para mi trabajo, vi al pequeño con sus ramitos de jazmines. Le compré uno y de pronto, me dí cuenta de que no tenía  nadie a quién regalárselos, que estaba tan sola y desamparada como ese pequeño, que debía estar jugando junto a mamá en su día y no ahí, solo vendiendo ramitos de jazmines... Jazmines, cuánto amaba mamá los jazmines; su suave perfume en las primaveras, me recuerda su aroma al dormirme serena entre sus brazos. 
Ese, creo es el motivo que provoca en mí esa dicha al trabajar, saber que esas pequeñas artesanías, esos juguetes que mis manos crean, van a chiquitos como ese pequeño, como alguna vez fue mi mamá, en un colegio de monjas, esperando cada Día del Niño, ese pequeño regalo con el que Dios, le decía al oído: "Yo no te olvido"
Y, tampoco olvida los sueños que sembró en nuestro corazón, el día en que nos pensó para este mundo; a él nos trajo a hacerlos realidad, a transformarlos en bendición para nosotros y para los demás. Aunque nosotros los dejemos olvidados en algún rincón sombrío de nuestra vida, Él no los olvida y siempre encuentra alguna "casualidad", alguna excusa con la  que despertarlos y hacerlos realidad.
Que esta cuarentena no te detenga, no te dejes vencer; desempolva tus viejos sueños, tus viejos placeres, esos "hobbies" que te entretenían de niño, de adolescente, sin preocuparte demasiado si te harán o no millonario. Hay algo más importante que tener dinero: ser feliz, estar a gusto con vos mismo, con los que te rodean, darle a alguien un poco de vos, de tu tiempo, de tu oído. Y, si se los confías a Dios, el sabrá transformarlos en bendición, nada te habrá de faltar. 


Te espero en InstagramFacebook y Pinterest 


Comentarios

  1. Muy buena entrada. Tengo 26 años y debo confesar que recién ahora estoy entrando camino hacia lo que me gusta. Nunca antes pude darme tiempo y chance de hacer lo que me gustaba.Por miedo al fracaso,la mirada ajena.La frase "desempolvá tus viejos sueños",es genial.
    Uno cuando es chico,se imagina que ya a los 18 años va a tener la vida solucionada,pero nada que ver. Leí un libro una vez,una autora muy conocida,que decía algo como que,para saber cuál es tu vocación,tenías que buscar en tu infancia.Ahí está eso que tanto está destinado a vos. Y mucha razón tiene. No puedo recordar el libro,lo voy a buscar. Saludos ^^

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *