Trabajo terminado, felicidad plena

Terminamos el trabajo de este Día del Niño en nuestras comunidades. En este rincón del mundo,  esta fecha siempre es especial, porque ese pequeño festejo en nuestras comunidades parroquiales, tal vez, sea el único festejo para nuestros niños. Y el arribo de esta pandemia, lo hizo aún más especial. No solo que no podemos recibirlos en nuestra parroquia como todos los años, además se siente, se respira cierta tristeza por las ausencias, por el encierro, las escuelas cerradas, las calles desiertas, la incertidumbre del tiempo venidero... Dibujar una sonrisa parece una verdadera "misión imposible"; pero nada es imposible para Dios, y, confiados en su Amor Infinito, haya vamos un año más por esas sonrisas, cada uno desde nuestro puesto, dando lo mejor de sí. 

Un nuevo tiempo llegará y, a salvo de este virus, sobrevivientes de la fuerte tempestad, nos encontraremos con la paz y la esperanza de los serenos amaneceres. Porque todo pasa, nos cambia, nos transforma y nos hace más fuertes, más sabios, más humanos. 

Mientras tanto, a no dejarnos vencer por el cansancio y el desanimo. Sigamos trabajando por lo que amamos, por lo que creemos y apoyémonos los unos en los otros para que ese nuevo tiempo que tanto ansiamos, llegue más pronto.


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