Siempre he creído, que por muy difícil que se planteé la vida, debemos confiar en nuestros sueños y trabajar incansablemente por hacerlos realidad, porque tengo la plena certeza de que cada uno de los sueños que habitan en nuestro corazón, son un misterioso milagro que Dios nos concedió. Algunos están claros desde el día cero de nuestra existencia; otros, los vamos descubriendo en el andar de nuestro camino, pero todos vinieron a este mundo en lo profundo de nosotros con un propósito: hacernos mejor humanidad.
Por chiquito y tonto que parezca, por inalcanzable o imposible, es nuestro deber intentar realizarlos, intentarlo siempre, a tiempo y a destiempo, con mucho o poco, pero intentarlo. De lo demás, se ocupa Dios, y para él, nada es imposible.
Por eso, no renuncies nunca a ellos y, quién sabe, tal vez descubras que no era tan tonto o tan inalcanzable; tal vez, tu sueño este ahí, esperando a que te animes, para hacerte feliz o para ser feliz a alguien más...
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