La advertencia.

 Chateando los otros días con viejo conocido, me dijo: "Yo quise advertirte, pero no hubo forma". Aquella frase quedó en mi cabeza dando vueltas, pensando, cómo hubiese sido todo si aquella advertencia hubiera llegado a tiempo... ¿a tiempo de qué? De cambiar el rumbo, supongo.
Lo cierto es que el rumbo que siguió mi vida fue bastante duro, oscuro y, más allá de cualquier advertencia que hubiera recibido, lo único que sé, es lo que en verdad sucedió; todo lo demás, son solo conjeturas de una historia que me hubiera gustado escribir mejor, nada más que eso, conjeturas...
Como todos, desearía tener ese auto mágico de "Volver al futuro" y como el protagonista, ir y venir tantas veces como fuese necesario hasta que toda mi vida quedase perfecta, o al menos, con un final un poco más feliz. Pero el dichoso auto no existe, y esta vida, bien o mal escrita, es la única existencia que conozco. 
No, es absolutamente imposible volver al pasado a arreglar nada; y, si algo me enseñaron las canas que luce mi cabellera, es que la vida es tan fugaz como el agua en nuestras manos. Basta un instante, una palabra, un gesto, una decisión para que toda tu existencia cambie sin remedio alguno, a veces para bien, otras para mal. Muchas veces son por causa nuestra, muchas por causas ajenas, aunque te digan siempre que sos el único autor de tu historia; no es cierto. Ninguna de las víctimas del genocidio nazi tuvo culpa de su padecimiento, ninguna mujer violada provoca a su agresor, ningún niño muere de hambre porque no le guste trabajar. Hay sucesos que escapan a nuestro albedrío, y nos marcan, nos destruyen para siempre. Y, otros en cambio, que nos salvan la vida, porque no siempre se puede salir solo de una situación (en lo personal creo que nunca). Un abrazo, una sonrisa, una palabra de aliento, una mirada tienen el poder de salvar una vida. A veces cuando la das, otras cuando la recibís, pero siempre depende de alguien más.
Lo más importante, más allá de cualquier causa que fuere, es entender que lo que ocurrió, así se quedó para siempre y no hay modo de cambiarlo. Lo que puede cambiar es lo que está por venir. Por duro que sea lo que nos toque vivir, por mucho que te cueste encontrar el camino a seguir, por más que a nadie le importe, que nadie te escuche, existe un Dios al que le importa, que te escucha, aunque no creas en él, él cree en vos y siempre encuentra el modo salvarte la vida. Sus ángeles están por todas parte, aunque no los puedas ver o reconocer; ahí están, listos para rescatarte. Confía, en Dios, en la vida, en los amigos, en vos, en el mañana, en lo que prefieras, ¡pero confía! Aunque toda tu vida sea un borrador mal escrito, confía, lo vas a hacer bien, vas a encontrar el camino, la luz que te guie, la mirada que te acaricie el alma. 
Y cuando ese tiempo llegue, poco te va importar si llego o no la "advertencia" a tiempo. 


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