A nadie le cabe dudas de que esta pandemia, directa o indirectamente, le cambió la vida a toda la humanidad, por eso, poco resta por decir, y no tengo intenciones de seguir dándole vueltas al asunto, después de todo, la vida sigue y nos vamos adaptando a las nueva "normalidad".
Los cumpleaños siempre son un lugar de encuentro con familiares y amigos, y por mucho que se empeñe el virus del aislamiento, nos vamos a seguir encontrando. Porque es propio del ser humano el encuentro de unos con otros; propio y saludable. No hay enfermedad más dolorosa y letal que la soledad. La soledad del alma, ese vacío infinito que se siente cuando no hay una mirada en la que mirarse, un oído en quien confiar, una mano en la que sostenerse. Nos necesitamos, unos a otros, familiares, amigos, compañeros, vecinos; todos necesitamos de la compañía de otro y el discurso de que tenés a Dios, tu perro o tu gato, es una simple salida, fácil, rápida, para sacarte a alguien de encima, porque lo cierto es que necesitamos de las personas, todos sin distinción; por eso, lo más duro de este año, ha sido estar lejos de los que amamos. Y, así, teniéndolo que aprender de golpe, sin imaginar que iba a ser por tanto tiempo, nos inventamos todos los recursos a nuestro alcance para encontrarnos: WhastApp, Facebook, Instagram, o lo que se tuviera a mano, pero encontrarnos. Nos dimos cuenta de un cachetazo cuanto amábamos a esos seres de los que más de una vez, nos quejábamos o escapábamos para disfrutar de la "soledad".
El cumpleaños de mi amiga fue, pues, este año, por tandas, pero fue. Nos encontramos, charlamos y volvimos a compartir un año más, lleno de cosas raras, nuevas, pero el mate (con su nuevo "protocolo") y las velitas que se encendieron sobre la torta, nos recordaron que los amigos siempre están y cuando están las risas y los buenos momentos nunca faltan a la cita; aunque las penas nos quieran ganar la pulseadas, es más fuerte el amor que nos une que cualquier virus que nos aísle. Porque la vida siempre es más linda con los amigos que siempre volvemos a encontrar...
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