Diciembre

 Comenzamos el último mes del año, un año que quedará en nuestra memoria como un año "dormido", en que todo se volvió trágicamente inusual para todo el planeta. De pronto, nos dimos cuenta que lo que pasaba en una perdida  provincia de China, que ni siquiera sabíamos que existía, nos afectaba a todos por igual, sin importar la edad, la raza, el credo o la condición social. Nosotros, la especie más inteligente y poderosa del planeta, caíamos como moscas por un ser microscópico, insignificante. Lo primero fue pensar que China estaba muy lejos, que no llegaría; después nos dijimos que estábamos en verano y, mientras tanto, se encontraría la cura; finalmente, aterrizó en Ezeiza y entramos en pánico, encerrados en nuestras casas; luego, nos empezamos a encariñar con la idea de un tiempo de descanso, para nosotros, para reencontrarnos con nuestro yo interior, hasta que nos aburrimos de no hacer nada; nos empezamos a desesperar cuando se esfumaban nuestros ahorros y no había forma de nuevos ingresos y, finalmente, tocamos fondo cuando no tuvimos tiempo de decir cuánto amábamos a quién ya no volveríamos a ver después de que de regresáramos a la "nueva normalidad". Todos pasamos por alguna u otra etapa de esta pandemia interminable, irreal; todos llevamos en el alma la sensación de no haber vivido este año, de haberlo "dormido", "padecido", ¡sobrevivido!
Pero, lo cierto, es que lo hemos VIVIDO, mejor o peor, pero lo hemos vivido... y no es poca cosa. Con todas sus sombras, 2020 tuvo sus luces y ellas nos iluminaron nuevas formas de convivencia, de dar afecto, de acercarnos a los otros en este "distanciamiento social", que nos recordó cuán importante era estar con los demás, con los que amamos y con los que no, porque esos que tanto nos disgustan, también son parte de nuestra historia y de quienes somos.
Y, como siempre ocurre para estas fechas, hacemos un balance; pese a todos los pronósticos, para haber sido un año tan agotador, debo decir que fue un buen año, muy lejos, claro está, de todo lo que había pensado, pero, definitivamente, fue un buen año. En medio de tanta devastación, pude alcanzar algunos pequeños logros, retomar esta vieja pasión por la escritura, que había dejado en algún rincón arrumbada y darme cuenta de que  no era tan utópico, tan inalcanzable publicar un texto y tener un espacio donde desarrollar lo que me gusta, lo que me expresa. ¡Y, hasta abrí mi canal de You Tube! Millonaria, nunca me interesó ser y la fama, tampoco está hecha para mí. Dinero escasea, pero no me falta y, frente a la situación de muchos otros, soy más que afortunada de tener un techo, comida, salud y un morocho travieso, que ya terminó su primaria. No, definitivamente, después de tanta tragedia, 2020 ha sido un buen año.
Diciembre, siempre me trae la esperanza de la Navidad, esa inocencia que me renueva el espíritu y me hace más humana, más sensible a las emociones. En apenas dos días más, serán 50 los diciembres vividos en este mundo, y, lejos de pesarme, me motivan a seguir buscando nuevos horizontes, nuevos proyectos, a seguir creciendo, en lo personal y en lo profesional. Porque no es un año "menos" por vivir; es una nueva oportunidad de vivir un año MÁS, de volver a creer, a sentir y de encontrar por la mañana, los seres que amamos, la luz del sol que nos ilumina y abriga... la sonrisa de Dios que se nos revela en el juego de los niños, correteando libres por las plazas. 
Por eso, gente, a no dejarse vencer por ninguna pandemia, a disfrutar de este último mes del año, de la Navidad y su pureza, y a no dudar que el 2021, será un gran año, uno más para disfrutar junto a los que amamos, los que están a nuestro lado y los que nos acompañan silenciosos, desde alguna estrella, mucho más cercana de lo que imaginamos...


Te espero en InstagramFacebookPinteres e You Tube

 

Comentarios

Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *