El árbol de mi morocho

Tenía 11 años cuando armé por primera vez el árbol de Navidad en mi casa; mamá era muy torpe para los arreglos navideños, y hasta ese entonces, siempre lo había armado Ana, la amiga de mi madre que la ayudó con mi crianza. Ella, hacia unos meses atrás, había muerto, y creo, que para hacer más llevadero el duelo, me pasó la ceremonia del 8 de diciembre a mí. Fue una gran dicha, una mágica ilusión que se repetía cada año; desde que tengo memoria, siempre que llegaba diciembre, la casa se vestía de fiesta, para recibir a Jesús... Un dicha que se esfumó en la nada, tras la partida de mamá. Desde entonces, ya no hubieron navidades en mi vida. Aquella primera Noche Buena, cuando dieron las 12 y no estaba ahí para abrazarla, comprendí que la Navidad era mamá.
Pasaron muchos diciembres y solo los preparativos del Pesebre Viviente en mi parroquia, le daba un poco de vida a esas navidades que se apilaban una tras otras absolutamente indiferentes. Hasta que llegó un pequeño morocho a mi vida a desempolvar árboles y adornos navideños. Llegó a casa un 23 de diciembre de 2008, con apenas 10 días de vida. Bastó tomarlo en mis brazos por primera vez para saber que era Navidad. Al  final de la misa del 24, el sacerdote me llamó a que lo trajera junto al altar para que, a modo simbólico de Jesús, pasaran a saludarlo. Al verlo tan puro, tan inocente entre mis brazos, tan infinitamente frágil y tan poderos para enternecer al más duro corazón, me sentí en aquel Pesebre de Belén, contemplando "a un Dios que se duerme, después que mamo"...
"Cuando los hombres se juntan, es Dios que nace otra vez" esta frase de la Cantata Emanuel, que tantas veces había sido el lema de mis Pesebres Vivientes, aquella Navidad de 2008, mientras miraba a mi morocho en su moisés y velaba que el estruendo de los fuegos de artificio no perturbaran su sereno sueño, de pronto tuvo un significado nuevo en mi alma... "Sí, Ale" me dijo dulcemente una Voz interior, "Cuando los hombres aman, soy Yo, que nazco otra vez"
Este es el segundo año, en que ya no armó arboles de Navidad en casa; un morocho travieso lleva días buscando, eligiendo y creando los adornos del árbol navideño, y llena con su risa e ilusión toda la casa, que nuevamente se viste de fiesta para recibir a Jesús.


Te espero en InstagramFacebookYou Tube y Pinterest



Comentarios

Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *