Volviendo a la "nueva" normalidad

Después de un año, hoy, nuevamente, nos fuimos con mi morocho a comer una pizza, a nuestro acostumbrado local de la Estación de Varela, una suerte de bar, con comida rápida que con la llegada del COVID-19, tuvo que cerrar sus puertas. Tras algunas semanas, comenzaron con un delivere bastante escueto, lleno de protocolos; más tarde, empezaron a atender sin habilitar las mesas, solo comida para llevar y, finalmente, manteniendo los protocolos, hace ya algo más de un mes, sus mesas se empezaron a poblar de comensales. Antes de la pandemia, era un ritual cada principio de mes, el paseo por la peatonal del centro de Varela, después de terminar con todos los trámites, y almorzar en el bolichito de la estación. Pizza y gaseosa, si la financias lo permitían, algún postre y café. Aquella rutina ingenua que nos sacaba de la rutina monótona de la escuela y el trabajo, se vio interrumpida por el virus "made in China". Al principio, parecía que no iba a ser por mucho tiempo, pero terminó llevándose todo un año completo. 
Frente a la tragedia que ha sido toda esta pandemia, este pequeño paseo puede resultar algo intrascendente, y lo es. Pero, la vida, esa monótona sucesión de rutinas: trabajo, estudio, más trabajo, más quehaceres domésticos, y de nuevo la escuela y el trabajo, y así, hasta el infinito y más allá, necesita de estos pequeños recreos, ingenuos, superfluos que nos hagan sentir que no es tan absurdo estar vivos. Cuando se mira el mundo desde aquí, un barrio perdido en el olvido, sin colores ni luces, cuando solo es trabajar y fregar, mientras otros viajan, pasean, habitan casas lindas, acogedoras y visten ropa nueva de tanto en tanto, un simple paseo por la plaza y una pizza pueden tener el poder de alegrarte la vida, de hacerte sentir vivo, renovarte las ganas para volver a enfrentar nuevamente tu opaca rutina y hacerla un poco menos agotadora. 
Y sin minimizar esta enfermedad silenciosa, que te ataca agazapada en cualquier rincón, hace ya un tiempo que me pregunto: ¿vale la pena estar "sano", "vivo" si no se puede estar con los seres amados, si hay que vivir encerrados, con miedo, sin hacer más nada que acumular un día tras otro, semana tras semana, mes a mes? ¿De qué me sirve la salud si no puedo disfrutar de un simple paseo por la plaza, si no puedo estudiar lo que me apasiona, o iniciar un nuevo proyecto? Realmente, ¿estar encerrado tras una puerta, aislado de toda existencia, es "sano"? Creo que no. Al menos, a mí empieza a enfermarme con un pronóstico mucho más aterrador que el COVID-19. Porque hay algo mucho más doloroso que cualquier enfermedad o muerte, estar muertos en vida. Y, aunque nos salvemos del coronavirus, todos absolutamente todos, vamos a morir. TODOS.
Por eso, creo que ya es hora de que, con las precauciones que impone la enfermedad, empecemos a salir, a dejar atrás los miedos y disfrutar de esos pequeños momentos de felicidad junto a los que amamos que, en definitiva, son lo único que te vas a llevar de esta vida. Vida que no tiene ningún sentido si no la vivís, a pleno, con todo el amor que seas capas de dar.


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Comentarios

  1. Está hermoso tu blog,pero difiero de tu opinión sobre si es sano o no estar en cuarentena. ¿Por qué difiero? Porque prefiero cuidar a los míos,antes que arriesgarme a verlos y enfermarnos.Si el precio de vernos es enfermarnos(o arriesgarnos) prefiero no hacerlo. Saber que están bien,es todo para mi. De todas maneras,aunque no estemos todos juntos,sé que siempre están cerca de mi corazón. <3 Saludos!Espero leer más cosas interesantes.

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  2. Hola, no se trata de no cuidarse, se trata de vivir, que es distinto; el encierro permanente, la paranoia, el aislarse de todos también enferma, te va matando por dentro y, aunque te quedes encerrada el resto de tu vida, también vas a morir, de un infarto, de un ACV, cáncer o lo que sea, pero TODOS vamos a morir. Hay que tomar las precauciones necesarias para contener el virus, porque no es una fantasía de Hollywood, existe y es peligroso; pero, también hay que trabajar, estudiar, visitar los seres amados y realizar todos los controles médicos de rutina. Mientras te cuidas del COVID-19, encerrado en tu casa, te devora el cáncer que no detectaste a tiempo. Y, te moriste sin decir "te quiero" a quien amabas, sin ver crecer a tu nieto, sin disfrutar de una tarde de sol en una plaza. En fin, te moriste sin haber vivido. Ni hablar del manejo político de toda la pandemia. Hay que encontrar el equilibrio entre prevenir una enfermedad y continuar con nuestra vida. Simplemente, eso, ningún extremo es bueno.

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