El gran milagro

 Siempre me han cargado esos post, tan típicos de face, prometiendo milagros. "Dios siempre tiene un milagro", "Lo que Dios no ha hecho en años puede realizarlo hoy", "El milagro que tanto has esperado...", etc., etc., etc., ¡hasta el infinito y mas allá!
Lo cierto es que hay "milagros" que no llegan jamás. Y no es porque Dios no te ame, o te falte fe, o seas ateo; simplemente, no llegan, no serán parte de tu vida nunca. ¿Por qué? ¿Por qué tendrían que tener un "por qué"? O un "para qué". Simplemente, no llegan. 
Puede ser bueno que sea así; pero puede que no, y tengamos que aprender a vivir con esa pena en el alma el resto de nuestra vida. Todos llevamos algún dolor escondido en el corazón. Todos, creyentes y ateos por igual. El transcurso de la vida humana por este mundo, está llena de factores, propios y ajenos, que la modifican constantemente, de eso, en definitiva se trata vivir. La decisión más sencilla y cotidiana, puede cambiar toda tu vida, en sólo un segundo. Vamos andando, aprendiendo, creciendo, cambiando... ¡Vamos! Ni siquiera sabemos bien a dónde; el único destino final claro es la muerte y después de ella.. nadie tiene la respuesta. Nadie.
Quedarse esperando un milagro, sólo te deja "inmóvil a un costado del camino", como dice Benedetti. Los sueños, hay que esforzarse para alcanzarlos; algunos, muchos, se realizaran; otros, los más, quedaran en el mundo lejano de los sueños. Solo sabrás cuando los alcances o cuando ya nunca será, no necesitas de "milagros" o de Dios, para darte cuenta. Disfruta pues, de los logros y, aunque se te escape algún lagrimón de vez en cuando, sigue adelante, con una sonrisa y el corazón dispuesto a los demás. 
No te quedes inmóvil a un costado del camino, esperando un "milagro". Sal a la vida y, ¡gánatelo!

Estar vivo, ver, oír, sentir, llorar, reír, amar... ¡ese es el mayor milagro! Vos sos, en definitiva, el gran milagro; los seres buenos que te acompañan, te apoyan, te alientan, te aman; esa cosecha que guardas en el corazón, de buenos y malos momentos; descubrirte en el espejo alguna arruguita o cana nueva, vivida intensamente; despertar cada mañana y apostar, nuevamente, a un gran día, con todos tus dolores, con todas tus alegrías y la paz en el alma de haber atravesado todo el camino con la esperanza intacta de inocencia y bondad, ese es el gran milagro que nadie te quitará jamás.


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