Domingo eterno

 Desde muy chica, el domingo era un día muy especial. Era el día para compartir con mamá, del descanso, de la libertad; levantarse sin horarios, almorzar sin apuros, hacer todo lo que el trajín de la semana no dejaba.
Después, mamá partió y se fue convirtiendo en mi día de calma y soledad, debajo de mi árbol con buena música o un atrapante libro y la silenciosa compañía de mis perros y gatos. Hasta que llegó un pequeño morocho a llenarlos con sus risas y travesuras...
Pero algo nos cambió y todo se convirtió de golpe en un "eterno domingo", donde todo se detuvo; nos quedamos encerrados, con miedo a algo que está en cualquier parte, que no podemos ver y que nos aleja de todo lo que amamos. Primero, unas pequeñas vacaciones, después un tiempo para reinventarse y comenzar nuevos proyectos; luego, empezamos a buscar la manera de volver a relacionarnos, y finalmente, la llegada del verano, las vacaciones reales y un nuevo año, que prometía la vacuna mágica, nos dio la esperanza de que todo estaba volviendo lentamente a la "nueva normalidad"...
Y, aquí estamos, otra vez en el mismo punto de partido de hace un año atrás, con la misma incertidumbre y con muchas más ausencias. Hay que aceptarlo, nada volverá a ser igual, y ya no encontramos que inventar para reinventarnos. Estamos atrapados en este "domingo eterno" cansados de descansar.
Porque cuando todos los días son iguales, no hay nuevos proyectos, tu trabajo o estudio, que tanto tiempo y sacrificio te llevó alcanzar, no es "esencial" para nadie, no hay a dónde ir, ni con quién encontrarse, o da lo mismo como te vistas si, total, vas a estar encerrado todo el día en tu casa, a lo mucho un mandado rápido para comprar el pan, cuando te das cuenta de que no hay nada que hacer, más que resignarse a la "nueva normalidad" ¿qué sentido tiene levantarse? En la cama, el living, o la cocina, todo es lo mismo... ¿Tendrá sentido cuidarse de la siniestra enfermedad, solo para estar ahí, sin nada nuevo que hacer, viendo irse un día tras otro, siempre igual?
Yo creo que no, me niego a que tanto sacrificio sea solo para ver pasar la vida. Cuesta, créeme que cuesta cada día ponerle buena voluntad y pensar que hoy va ser un gran día, donde algo va a cambiar, donde vamos a recuperar esas ganas de vivir que sentimos una vez, porque este modo de vida se volvió insoportable. Pero, aunque no te des cuenta, esa desazón que sentís en tu corazón, es precisamente esas ganas locas de vivir, vivir intensamente ese instante único, fugaz, que se te escapa como agua entre las manos. 
No importa que no vayas a salir a ningún lado, arréglate, ponete ese vestido que tanto te gusta, para ir a buscar el pan; hacete un regalo, una cena rica, velas y flores en la mesa, aunque solo haya mate y pan con dulce. Resistí viviendo, no sobreviviendo; es difícil, lo sé, pero, lentamente, este tiempo va a pasar y habrá un nuevo mañana, donde nada será igual, porque nunca nada es igual. Vos sos  ESENCIAL para muchos más de los que pensás; y aunque no los puedas ver todos los días como antes, están ahí, te esperan y te acompañan. ¡Salí! pero de tu pena y regálate una sonrisa que te acaricié el corazón. 


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