Mi vieja

 Hace 93 años, en la ciudad de La Plata, nacía una niña, que crecería en un colegio de monjas y que se convertiría en una mujer pequeña físicamente, pero con un espíritu inmenso. A lo largo de toda su vida, fue lo más sublime que puede ser una mujer: MAMÁ. Mamá de todos los niños que pasaron por su vida; de perros y gatos callejeros, y algún canario, al que soñaba ver en libertad, muy lejos de su jaula; mamá de quien estaba solo, triste, del que precisara un consejo, una mano cálida, un abrazo fuerte, un plato de comida, de pobres y ricos por igual. Para ella no había razas o credos, solo buenas personas a quien amar. Porque para ella, todos eran "buenas" personas, todos. Nunca tuvo nada, pero siempre tenía algo para dar, para regalar, para dar un ratito de felicidad...Y fue, MI MAMÁ.

Partió una madrugada de julio, fría, con tres nombres en sus labios, como un último beso de despedida para mi corazón, que se quedaría muy solo sin ella, pero henchido de su amor, que no se iría jamás. Se vistió de ángel y voló al cielo de su Dios. 

¡Feliz cumpleaños, viejita! Desde mi corazón hasta tu cielo...




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