Libertad

En cada nueva elección, se me hace inevitable recordar aquel retorno a la democracia de 1983. 
Por ese entonces, yo era una muchachita de unos 13 años recién cumplidos. Durante todo ese año, que estaba llegando a su fin, el tema central era la elección Presidencial que nos devolvería el derecho al voto, a decidir quienes serían nuestros gobernantes y ser, finalmente, LIBRES.
La última dictadura militar (1976-1983) había sido brutal, pero aún no teníamos certeza de que efectivamente sería la última. Sin embargo, la esperanza de la democracia le ganaba la pulseada al miedo y fue una votación masiva, con cierres de campaña inolvidables y la inefable sensación en el alma de que éramos protagonistas de la historia, la historia de una Argentina que renacía de sus cenizas. Un nuevo Cabildo que nos devolvería la libertad...
La portería estaba ubicada en un sitio privilegiado de Buenos Aires, para ser testigos de aquellos días: San Juan y 9 de Julio; desde la terraza de edificio, vimos con mamá, pasar la marcha de los cierres de campaña de Alfonsín y Lúder y, sin importar el partido político o los papelones a los que nos tienen acostumbrados nuestros candidatos, todo era fiesta, todo era esperanza de una patria mejor. Teníamos guardado en el corazón la secreta fe de que la democracia traería la solución de todos nuestros males y que nos convertiríamos en la nación perfecta con sólo asumir el nuevo Presidente... 38 años después, descubrimos que nada de eso sucedió.
Alfonsín supo ser el Presidente que esa democracia "en pañales", frágil como un cristal, necesitó, para llevar a juicio a los criminales de la dictadura y poner en marcha la búsqueda de la verdad, una verdad que aún tiene muchas sombras y secretos que, tal vez, no se resuelvan jamás. Pero, la economía fue un fracaso que llevó a aquel mayo del '89, que haría tener que hacer el traspaso de mando antes de la fecha establecida. Los gobiernos venideros, con idas y vueltas, convertibilidad y corralitos, grietas y más deuda interna que externa, no han logrado construir la Argentina que soñamos en aquel diciembre del '83. Pero, hay algo que entendimos y a lo que no renunciaremos jamás: aunque la democracia no traiga la "gloria" que soñamos, es el único bien que no nos van a quitar nunca más.
El destino de un pueblo, lo elige el pueblo, en las urnas y en paz. ¿Errores? Muchos que corregir, pero para corregirlos está la democracia, la LIBERTAD.
Hoy, no importa qué votaste. El tiempo dirá si fue acertado o no, tal o cual candidato. Lo importante es que votaste, que para bien o para mal elegimos juntos un rumbo; juntos lo cambiaremos, si es necesario. Pero seremos nosotros, los argentinos, juntos. Y juntos, también, seguiremos haciendo esta Argentina, desde nuestro trabajo, nuestros estudios, nuestro esfuerzo; y desde nuestra grieta, también. 
Porque de eso se trata la Libertad. 



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